lunes, 23 de febrero de 2009

Winner

Confundida por el sueño aún dudaba de donde se encontraba exactamente. Algunos sonidos lejanos de aviones volando a baja altura se mezclaban con el zumbido sordo del motor de un coche en marcha. Estiró el brazo en busca de alguna forma animada o inanimada pero familiar. En el primer intento no encontró nada, sólo el tacto frío de las sábanas que la cubrían. Probó de nuevo, esta vez estiró las puntas de los dedos para alcanzar algo, lo que fuera, que consiguiese sosegar su respiración. Tocó algo, era esférico, suave, le pareció que era de cristal. Al contacto con aquel objeto su cabeza empezó a alejarse del profundo sueño del que acababa de despertar. Su cerebro comenzó a dibujar imágenes, borrosas al principio, de mayor nitidez a medida que el tiempo avanzaba. Recordó una fiesta, un vestido dorado y su mano acariciando una copa de champán. Suspiró profundamente, ya sabía donde estaba. Abrió los ojos completamente, giró su
cuerpo en busca del interruptor de la luz y sacó con cuidado el objeto que había palpado en la penumbra.
El premio que tanto había ansiado era suyo por fin.

jueves, 12 de febrero de 2009

La justicia de la vida

Por suerte o por desgracia, yo creo que por suerte, siempre me he reencontrado con aquellas personas que se han permitido el lujo de hacerme daño voluntariamente, sin pensar en las consecuencias negativas que esa acción pudiera tener en mí. Siempre he creído que lo que yo llamo justicia de la vida ha estado de mi lado sin que yo tuviera que ponerme en plan Barbie justiciera. Pongo ejemplos. A los 10 años tenía una profesora, monja para más señas, de matemáticas que me adoraba especialmente. Reconozco que los números y yo no nos llevamos bien pero de ahí a lo que os cuento va un trecho y largo. Os pongo en situación, colegio de monjas, yo de uniforme, clase de matemáticas, profesora plantea ejercicio muy complicado en la pizarra y me dice literalmente “sal a la pizarra que hoy tengo ganas de gritar”. Coño -pienso yo- a ésta se le han atragantado los maitines. En fin, que me levanto de mi pupitre de madera, me dirijo hacia el encerado como un reo que fuera a la horca y empiezo a desarrollar aquel galimatías. Media hora más tarde, después de ocupar todo el espacio posible y sin que mediara ninguna ayuda externa, acabo el ejercicio logrando el resultado correcto. Como imaginaréis, a la que le entraron unas ganas enormes de gritar fue a mí. Pero, en vez de eso, me acerqué a la susodicha y le dí la tiza en la mano, sopesando al mismo tiempo los pro y los contra de metérsela por donde estáis pensando, y dibujando, eso sí, una sonrisa de enorme satisfacción en mi rostro.
Segundo ejemplo. 14 años. Cambio de colegio, católico también, ahora entenderéis porque soy atea. He sufrido tres congregaciones distintas, tengo mis razones. A lo que iba. Después de un examen de lenguaje, el profesor nos entrega las calificaciones del mismo. Me suspende con un 4,99. No digo nada. En la recuperación saco un 8,5. Pero no estaba contenta, aquella afrenta tenía que ser solventada de otra manera. Siguiente evaluación. Reparto de notas de la asignatura, a voz alzada para que todo el mundo sepa qué nota ha sacado el otro. Sin despeinarme saco un 10, ya puestos , un 10 es mejor que un 9,99, ¿no? Como ya era una adolescente contestona, no permito al profesor que susurre que he sacado un 10 y le digo “¿perdón?, es que no he oído la nota” y le obligo prácticamente a gritarla. Joder, es que vamos, resulta que era mala con los números y para un día malo que tengo en lenguaje no me lo perdonan, no sé, ¿qué me quedaba, la pretecnología? Pasados los años me enteré de que este profesor había muerto repentinamente y por causas desconocidas. No creo que tenga esto que ver con lo de la justicia de la vida pero nunca se sabe.
Otro capítulo. En 3º de BUP mis padres deciden que estudie en Lasalle. Para quien no haya tenido la desgracia de estudiar en alguno de sus muchos colegios repartidos por el mundo, diré que es toda una experiencia religiosa, nunca mejor dicho. Entre otras muchas cosas fomentan la competitividad extrema entre l@s alumn@s, llegando a límites increíbles, al menos para mí, como el que os relato a continuación. Ya os he dicho que no era muy buena en números, así que cuando llegué allí me dediqué básicamente a suspender matemáticas. En un examen parcial saqué un 0,75 y el compañero que el profesor había elegido para repartir los exámenes corregidos se acercó a mí y me dijo “aplícate más que bajas la media de la clase”, ahí es nada. Claro, ¿qué puedes hacer en un caso así? Aunque lo que realmente me apetecía era matarle a él y a toda su familia, abuelos, tíos y primos incluidos, decidí esperar pacientemente a que la vida actuase por sí misma. Al año siguiente, en junio, milagrosamente, aprobé el examen de matemáticas y ¿quién suspendió? Pues claro, mi compañero al que tanta vergüenza había provocado mi 0,75. Por supuesto, me acerqué a él y le dije “tranquilo, a mí no me importa que bajes la media de la clase”.
En este colegio, además, tuve la suerte de ser la única en querer estudiar Periodismo y que el Director me dijera que había elegido una carrera sin salida, y que, además, conociéndome, no veía mi futuro muy claro. Hay que joderse con la caridad cristiana, no me puso una pistola en la mano porque no la tenía cerca. En fin, después de cuatro años de carrera universitaria en la que mis calificaciones me permitieron elegir el medio de comunicación en el que realizar las prácticas, en el que, además, comencé a trabajar la semana siguiente a terminarlas, por supuesto, tuve el inmenso placer de reencontrarme con mi antiguo Director de colegio. La condescendencia apareció en sus ojos al preguntarme “¿qué tal te ha ido?” y como no quería darle pistas, empecé con un “bueno...”. Pobre hombre, cuando ya estaba vocalizando un “ya te lo decía yo” me lancé de cabeza hacia un discurso lleno de detalles en el que le conté lo bien que me había ido.
Estos son sólo algunos ejemplos, tengo muchas historietas de este tipo. Así que cuando me sucede alguna desgracia no fortuita, me encojo de hombros porque no soy vengativa, la vida se encarga de eso.

Nuevo espacio

Este blog queda oficialmente inaugurado. A falta de botella de cava que estrellar contra barco inexistente, lanzo estas palabras al aire, al ciberespacio sideral, al infinito y más allá.